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Militancia y compromiso

Uno de los grandes méritos de Enrique es haber permanecido de por vida, independiente de los grupos de poder. La de González Rojo Arthur es no sólo una militancia política sino una militancia en contra de las mafias literarias. Pero el precio que se paga por ello es alto: marginación y cierta soledad. No obstante, en ello influye también su manera de ser. Alguno de sus hijos ha dicho: "mi padre tiene una fama clandestina" y es que no le ha gustado alardear y prefiere reflexionar en su propio retiro acerca de sus delirios ya mencionados. 

Es conocido pero no reconocido. Toda una vida dedicada a la poesía. Sin embargo no aparece en la mayor parte de antologías y suplementos, ni es invitado a encuentros oficiosos de poetas o de filósofos. Octavio Paz y el "pacismo sin Paz" lo han visto siempre como enemigo. Algunos de sus libros se encuentran embodegados, perdidos o secuestrados. Enrique ha enfrentado grandes dificultades para editar y difundir su obra, pero no por ello deja de escribir y se mantiene independiente.

Aunque su preocupación ha puesto el acento en la teoría, no se ha limitado a ella. Su larga carrera política se remonta a la militancia en el Partido Comunista Mexicano, del cual sale para formar el Liga Leninista Espartaco junto con José Revueltas y otros militantes. 

Posteriormente participa en la OIR-LM, en la fundación del Partido de la Revolución Democrática y en otros grupos. En el PRD tuvo pronto contradicciones con la cúpula burocrática y autoritaria. En la Actualidad, continua interesado en los problemas sociales y políticos, y se vincula puntualmente con los movimientos más importantes que surgen. Se ha dedicado  fundamentalmente a la investigación teórica, cuyos resultados más elocuentes han sido el Manifiesto Autogestionario y la Revolución Articulada. 

Hombre trabajador, lector incansable, siempre tiene proyectos, no conoce la palabra aburrimiento y además lo que hace lo hace siempre con gran ánimo. Tal vez el precio de este trabajo inagotable ha sido la migraña, padecimiento que lo ha acompañado toda la vida. 

 Podría pensarse que, por no estar reconocido en los ámbitos elitistas de la poesía, la filosofía y la política, a Enrique le embarga la amargura. La realidad es otra, vive con alegría y goza de excelente humor acompañado de Alicia y múltiples amigos y camaradas de ruta u utopías. 

Tiene, además, la clara convicción de seguir fiel a sus principios éticos y revolucionarios durante toda la vida. En Enrique González Rojo hay enigmas, como en todos nosotros. Allegarse a su obra, pero en especial a su poesía, es acercarse a ellos y buscar su sentido.

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